De: Jorge Lorenzo
Buenos Aires, ml novecientos cuarenta y pico...
Leopoldo parece un hombre gris y anónimo, un desangelado acribillado por la rutina, sin haber conseguido más que un oscuro puesto de empleado público y fustigado por un jefe que disfruta humillándolo.
Leopoldo sería un hombre mediocre, si no fuera porque tiene sueños.
Y cuando cierra sus ojos, sueña con el sentimiento, con el triunfo.
Porque en su sueño, Leopoldo es capaz de todo. De ser el cantor glorioso que siempre imaginó hasta vencer la timidez, frente a la única mujer que quiso de verdad abriéndole el corazón tan puro como las letras de sus tangos queridos.
Su sueño será un imprevisto jolgorio entre el humor, el sentimiento y la tragicomedia enhebrando un collar de alucinados encuentros, todas piezas aparentemente imperfectas, cabos sueltos, pero a la vez conjuros para la hora de la realidad, cuando nada pueda volver a ser como antes, ni siquiera él.
Metáfora de barrio y de las rejas que aguardan todavía pañuelos mojados y serenatas, secretos que guardan los baldíos de cuando alguna vez se iluminaron para la farra, mientras resonaban los tacos , confundiéndose con los latidos...
Leopoldo podría parecer un hombre mediocre, pero tiene sueños y están vivos...
PEDRO UTRERA
Director